miércoles, 19 de enero de 2011

Manifiesto de la monteria (Parte I)

El manifiesto de la montería se redacto en 1994, fruto de la unión de todos los agentes implicados en la caza, (federaciones, monteros, dueños de rehalas, etc). Es necesario y desde este blog así lo deseamos, que este texto se difunda para conservar la "Montería" tal y cómo nuestros antepasados la entendían. En una seríe de publicaciones se desglosará todo el manifiesto y se harán los comentarios oportunos.

I - RECOMENDACIONES A ORGANIZADORES DE MONTERÍAS
1. Sobre la colocación de puestos en la mancha
1.1 Estudiar con el tiempo y mayor detalle posible la mancha a dar, y cómo se ha de cortar y montear. Marcar los puestos de manera que estén acertadamente colocados, tanto desde el punto de vista de la seguridad de los monteros y auxiliares participantes como de las carreras de la caza.

1.2. Si los puestos se señalan en cortaderos, procurar que éstos tengan el trazado conveniente y la limpieza deseable. Evitar aquellos que se encuentren fuera de línea y los instalados junto a mallas cinegéticas.

1.3. Evitar en todo caso el exceso de puestos en una montería, evaluando con rigor los que la mancha admite lógicamente y sin peligro.

2. Sobre el capitán y los auxiliares de la montería
2.1. Designar siempre un capitán de montería, subrayando su autoridad y la prevalencia de su criterio en los conflictos de tiro o de primera sangre que puedan presentarse.

2.2. Asegurar que los postores conocen bien los puestos en cuanto a su situación y uso. Al término de la montería los postores habrán de auxiliar y comprobar la retirada a la junta de toda la armada a su cargo.

2.3. Organizar racionalmente el movimiento y aparcamiento de los vehículos en los límites de la mancha, sin abusar de su utilización.

2.4. No permitir que se corten los trofeos en el monte, y arbitrar las medidas oportunas para que las reses lleguen con rapidez a la junta para el disfrute de todos los monteros.

2.5. Facilitar a todos los monteros, en la medida de lo posible, personal o medios a fin de que rastreen por sí mismos las reses heridas para que no se queden en el campo, procurando su cobra hasta términos razonables. El rastreo por parte del cazador debe limitarse a las horas de luz de la misma jornada.

3. Sobre las rehalas participantes
3.1. Contar con las rehalas oportunas, sin exceso de número, que hace molestarse unas con otras en menoscabo de la caza. Ordenar la suelta en los lugares adecuados y convenidos, según las características de cada una de ellas.

3.2. Facilitar a los perreros el auxilio de guías que conozcan la mancha para que se respeten las manos previstas y asistirles para el rescate de perros perdidos.

3.3. Recordar el papel principal de las rehalas en la montería, seleccionándolas en base a su eficacia y a la profesionalidad y ética de los perreros, y evitando aquellas ocasionales o las reunidas sin garantías. Dedicar a podenqueros y propietarios la consideración debida, estimulándonos en su trabajo cuando merezcan la distinción de la alabanza.

4. Sobre la asistencia a los monteros
4.1. Proporcionar a los monteros la máxima información posible sobre la mancha a cazar, facilitándoles esquemas de situación y características, nombres e identificación de las rehalas e instrucciones propias de la finca. Reclamar a todos los participantes su colaboración para proteger la limpieza del campo.

4.2. Exigir la puntualidad de la junta correspondiendo a la misma con tiempos previstos para atender a los monteros y armar la mancha, y arbitrar medidas para que todos conozcan el fin de la montería y no adelanten o demoren su repliegue por carecer de guías o medios.

4.3. Procurar la integración del montero en las características, el desarrollo y el resultado de la montería. Mantener, en todo caso, las reglas tradicionales de hospitalidad y bien hacer.
Sostener la institución de los noviazgos, con la necesaria aceptación de su propuesta y el control en la mesura de su desarrollo.

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