martes, 10 de enero de 2012

Cazando con Perico Castejón

De la mano de Perico Castejón, grandísimo rehalero y mejor persona, fuimos invitados mi padre y yo, a cazar en la finca “Valdecasillas”. 
Empezábamos un fin de semana que se presentaba apasionante por muchos motivos, dos de ellos muy especiales; En primer lugar por acompañar a mi padre a montear, del cual he aprendido absolutamente todo lo que sé relacionado con la caza y sin el que no habría podido cazar en muchas ocasiones, en concreto este fin de semana del que os hablo, que siendo el único de la temporada en el que yo podía montear, consiguió dos monterías “para mí”. Y en segundo lugar, motivo especial es también hacerlo junto a Perico. 

Salimos a las nueve de la mañana del Parador de Oropesa, donde nos habíamos alojado, en dirección a la finca para llegar a las nueve y media, hora a la que nos habían citado para el desayuno. La finca, bonita hasta decir basta, tenía una preciosa dehesa donde se encontraba el pabellón de caza y una zona de mucho monte de jara y madroña, que hacía más espectacular todavía el día de campo que nos esperaba. Valdecasillas se encontraba entre Oropesa y Candeleda, con las cumbres de Gredos de fondo pero todavía en la provincia de Toledo. 

Nada más llegar nos recibió afectuosamente Juancho, que terminaba de preparar el posterior sorteo de los puestos. Nos sentamos junto a él a desayunar las tradicionales migas manchegas en un precioso pabellón de caza, mientras comenzaban a llegar el resto de monteros. Terminamos de desayunar y fuimos saludando a los diferentes cazadores, entre ellos Perico y su mujer.

A las diez en punto comenzó el sorteo de los puestos. Juancho tras dar los pertinentes avisos de seguridad y cupos, me pidió que rezara un Padrenuestro, como es tradición, por los monteros fallecidos. 

La mancha a cazar sería “Batanes”, repartidos los puestos en traviesas y sopiés. Nos tocó el puesto 17, con gran suerte, en el centro de la mancha. Salimos hacia el puesto a las once, siendo la nuestra la última armada que se colocó. El cortadero era muy ancho y limpio, los puestos estaban colocados de tal manera que, al haber muchas vaguadas, no llegábamos a ver los puestos contiguos, habiendo una seguridad absoluta. 

El monte mediterráneo, con abundancia de jaras y madroñas, era perfecto refugio de jabalíes y venados, y sería relativamente fácil de montear para los perros, aunque muy larga. 

El cupo que había establecido la propiedad era de un venado grande, y pequeños sin cupo, sin cupo de ciervas, no pudiendo tirar cochinos. Esto último fue algo que nos sorprendió, pero la propiedad quería reservar los jabalíes para la temporada que viene. 

Nada mas soltar los perros, a las doce, comenzaron las ladras y no dejaron de sucederse las carreras a lo largo de la mañana. Lo primero que nos entró fue un zorro, que sabiendo lo que se avecinaba, ponía pies en polvorosa. Al poco tiempo, dos bonitos y largos varetos entraban sigilosos al cortadero, cruzando tranquilamente sin sospechar de nuestra presencia. Los jabalíes parecían saber que la montería hoy no iba con ellos. A lo largo de la mañana nos entraron cuatro, y machos. El primero de ellos, entro al paso y jadeando, sin perros y apenas a cinco metros, pudimos contemplar las enormes navajas que portaba, costó mucho contenerse y dejarlo ir. De la misma manera entraron los tres posteriores, grandes machos que entraron al cortadero tranquilamente, llenos de barro y sin inmutarse de que estábamos allí. 

Con el corazón en un puño, latiendo de manera acelerada vivíamos cada uno de estos lances, hasta que a eso de las dos, tras un pequeño trote en una pedriza, entraba un gran venado al cortadero, con la cabeza alta y las portentosas cuernas ligeramente hacia atrás, mi padre y yo lo vimos claro, era de los grandes y teníamos que hacernos con él, todo esto en décimas de segundo. Le metí la cruz del visor en el codillo y disparé. El pavo se encogió y acelerando la carrera se metió en el monte. Llevaba un tiro de muerte, estábamos seguros. Mi padre me dijo convencido; “está muerto”. Oímos un fuerte tarameo dentro del monte y se hizo el silencio. 

A la media hora llegaron los perros a la raya y nos cambiamos de lado. Hablamos con el perrero y le dijimos que debía haber ahí un venado muerto. Se metió con los perros, y al no oír nada, nos temimos lo peor, que el venado se hubiera ido pinchado. Pero teníamos ese presentimiento de que el venado llevaba un tiro perfecto, y que estaba allí, y así fue. Al volver los perros el perrero nos advirtió de que allí estaba el venado muerto, a unos veinte metros en el arroyo, “un venado enorme”. Ahora sí, con la certeza de habernos quedado con él, mi padre me felicitó, nos dimos un abrazo y nos fumamos un cigarrito para celebrarlo. 

Al terminar la montería entramos en el monte para verlo, efectivamente desde el lugar del tiro iba dejando un reguero de sangre, rompiendo jaras hasta caer muerto en el arroyo. Allí estaba, un venado magnifico, largo, ancho, con doce puntas, muy abierto y grueso. ¡no os imagináis la alegría que sentí! Nos hicimos las fotos oportunas, lo marcamos para su recogida y nos fuimos para la casa. 
Al llegar a la casa, mientras nos tomamos un suculento aperitivo que nos habían preparado, compartimos con el resto de monteros los distintos lances del día, anécdotas y demás sucesos de la montería, donde cabe destacar lo bien que trabajaron las rehalas, y más concretamente la de Perico. 

Comimos en la mesa con él, que nos fue contando cómo se vive la montería desde dentro, con los perros. Nos contó cientos de anécdotas de tantos años monteando con la rehala, debo decir que mi padre y yo estamos muy agradecidos a Perico, que nos trató de maravilla y nos amenizó la montería. Ha sido un placer y un honor cazar con tan prestigioso perrero. 

Después de comer, tranquilamente a eso de las siete, el tapete de reses ya estaba preparado, con todos los venados preparados y perfectamente colocados. El resultado final fue de treinta y cinco venados, cinco de ellos medalla, y todos de gran porte. Cuatro cochinos cogidos por los perros y unas sesenta ciervas. ¡Un monterión! 
Por Jacobo 



2 comentarios:

  1. Enhorabuena Jacobo! Precioso venao y buen relato.

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  2. Muchas gracias Jaco por la colaboración. Buen relato y bonito venado bronce...

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