sábado, 14 de enero de 2012

Monterías en casa

Cazar en mi casa, en familia, es de las mejores cosas que se pueden hacer porque se unen las aficiones y las responsabilidades. Esta vez ejercíamos un descaste de ciervas, lo cual es muy necesario cuando el control de las poblaciones no solo pasa por cazar machos, sino que también implica la disminución de la cabaña cinegética de hembras. No quiero centrarme en esto, pues pretendo que sea un relato de las dos jornadas de caza, pero dentro de la buena gestión de un coto es muy importante controlar la capacidad de carga y por tanto es fundamental mantener un equilibrio entre sexos que no produzca  una merma considerable de la calidad.
Dicho lo cual nos dispusimos, entre amigos y familiares, a disfrutar de una jornada de caza en la que prevalecerían las hembras frente a los machos. Esta vez el capitán de montería fue mi primo Antonio Rojas. Cazamos la mancha Vicejos, una morra de apenas 90 ha, muy fácil de montear y donde sabíamos que se oirían muchas carreras y ladras.

Después del desayuno típico de migas con huevo y chorizo, y mientras entablábamos conversaciones entorno a la recién celebración del día de Reyes, comenzó el sorteo de posturas. Este primer día invite a mi amigo Ricardo de Ena a que viniera conmigo y disfrutará de un día de campo. Últimamente, la suerte me depara que en los sorteos me quede el último o penúltimo para sacar el puesto, lo cual no es muy agradable, pero no me está dando mala suerte. Finalizado el sorteo, nos toco el 8 de la traviesa, antigua cuerda de Vicejos.

Se podía tirar a 5 ciervas y guarros libre, aunque en este sentido se aviso que no había muchos. Cómo he dicho anteriormente, la mancha a cazar es pequeña y en gran medida se oye todo lo que pasa en ella. Así fue, nada más soltar los perros en el sopíe de la solana, prácticamente los teníamos encima, junto a muchas carreras de venados y ciervas. Dicho lo cual, me pareció que los venados sabían que no se les tiraba, porque salían a la traviesa sin prisa y luciendo cornamenta.
Os dejo una foto sin mucha calidad, pero que demuestra que me dio tiempo a hacerle una foto con el móvil.

El puesto estaba en la cuerda, en un pequeño llano del monte, antes de volver a subir hasta su altitud máxima. Desde él se veían los puestos 7 y 9 con claridad por lo que no habría problemas con los tiros. En primer lugar empezó Ricardo a tirar, estando fino con los primeros lances en los que abatió una cierva, casi al compás que mi primo Manolo que estaba en el número 7.

Fue transcurriendo la mañana, mientras nos turnábamos en el tiro y porqué no decirlo en sentarnos en la silla que se había traído Ricardo. Tengo que decir que no estuve acertado en el primer lance que tuve, fallando una cierva a capón, aunque eso si a contramano.
A eso de las 2 de la tarde, cuándo ya estaba tocando a su fin la montería nos entraron varias pelotas de reses, de las que Ricardo dio buena cuenta quedándose con una y yo pinchando otra que fuimos a pistear, finalizada la montería.

El pisteo de la cierva se hizo trabajoso, puesto que iba dando sangre gota a gota, a veces dejaba rastros en las jaras, por lo que dedujimos que iba tocada de cuartos traseros o delanteros. La cierva, en contra de toda lógica no fue hacía abajo, hacía el sopíe, sino que fue en paralelo a los puestos a unos 50 metros dentro del monte. Fuimos siguiendo el rastro hasta el puesto número cinco, donde volvió a salir a la traviesa,  encontrando un gran charco de sangre, siendo abatida por el cazador de ese puesto.

Finalmente, con la alegría de haber abatido tres ciervas, habernos divertido mucho con los venados que nos entraron y el buen día de caza, bajamos a tomarnos la comida y pudimos celebrar la tradición del noviazgo de un nuevo montero. El resultado fueron 39 ciervas y 1 guarro.

Este domingo damos la última montería en Las Hoyas, ya os contaré que tal se da.

JAA

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