martes, 18 de octubre de 2011

Temporada recién estrenada

Nos encontramos a mediados de octubre y ya he podido disfrutar de dos monterías. No sé si calificarlas de monterías o de días de sol y playa, la playa estaba muy lejos pero a 30 grados es lo que pega.
Pienso yo que con estas temperaturas se deberían cancelar las monterías, pues no apetece ir a cazar como si fuera una tirada de palomas y meterse entre pecho y espalda un plato de cocido.
Dicho lo cual, viendo que el campo está muy seco y que no parece que vaya a llover en unos días, nos dispusimos como todos los años a empezar la temporada.
El primer día de temporada, 8 de octubre, cazamos la finca La Canaleja ubicada en el T.M. de Baterno, me toco en suerte el 4 de la traviesa del Cerro Colorado. A ambos lados se pusieron mis tíos, Miguel y Pablo.
El sorteo de puestos, armado de puestos y suelta de las rehalas se hizo a la mayor brevedad posible, para que pudiéramos cazar fuera de las horas centrales de calor.
A eso de las 11 estábamos en el puesto y empezaban a oírse los camiones de los perros en la zona de suelta. Nada más soltar los perros, el campo se transformo en un mar de carreras y ladridos, idas y venidas de perros y reses que no acababan de romper a la traviesa ya que teníamos el aire en contra. Una vez pasados los perreros por la raya nos cruzamos y empezó una montería distinta ya que con el viento a favor, las carreras si que empezaron a romper a los puestos. Varios varetos cruzaron por el puesto, viniendo desde una loma que divisaba delante. Por allí mismo se descolgó un venado, que corrió por el viso, no queriendo tirarle, pero finalmente en vez de cruzar a los puestos tomo el vallejo a abajo y despisto a los perros que tras él corrían.
Por abajo de mi puesto cruzo un guarro que no pudo ser cobrado. Finalizada la montería y tras un breve refrigerio (más necesario que nunca), llegaron a la junta 10 venados, uno de ellos de gran envergadura y cuatro o cinco cochinos.
La segunda montería fue en la finca El Rondal, situada en las inmediaciones de Saceruela. El fin de semana siguiente seguía haciendo el mismo calor, por lo que se repitió la celeridad de la montería precedente. Una vez sorteados los puestos me toco el 8 de la Raya del Morro, prácticamente en medio de la mancha.

El puesto se encontraba en la solana y había que subir un pequeño repecho hasta llegar a él, cuando llegué estaba exhausto, sudando y con ganas de buscar una sombra.
Eran las 11 de la mañana y el sol ya se dejaba sentir. El organizador viendo la temperatura de los días precedentes, decidió poner dentro de la mancha varios puntos de agua para los perros. Fue una buena decisión ya que los perros dieron buena cuenta de la fresca agua mientras se sucedían las carreras y las ladras.
El destino me deparo una vez más, igual que en la primera montería, que mis tios se colocarán en los puestos contiguos. Por lo que nos deseamos suerte en espera de una buena mano.
Nada más soltar se escucharon las primeras ladras y las primeras carreras, principalmente de ciervas y algún vareto. Me encontraba cerca de la suelta y enseguida cruzaron algunos perros la raya. Mientras yo atendía hacía la zona de la suelta por donde venían los perros y se escuchaba alguna ladra, sentí un tropel de reses en mi espalda, seguidos de un perrete. Me volví sobresaltado, preparé el rifle y me dispuse a esperar lo que saliera a la raya. Frente a mi apareció a toda carrera una cierva vieja, sin pensarlo la tire, cual fue mi sorpresa cuando al desencarar veo que por el mismo sitio que salio la cierva sale un venado, y casi sin tiempo para recargar le pego un tiro, viendo como lo acusa y sale corriendo perdiéndose en el monte.
En ese momento pensé que porqué no había esperado a que saliera algo más en vez de tirar tan rápido, vaya precipitación, se nota que estoy a principio de temporada.
La montería transcurrió sin grande sobresaltos, mis tíos abatieron un venado cada uno, y hubo quién fallo algún guarro más. Por mi puesto se asomaron varias ciervas, algún vareto y un zorro que no pude tirar al verlo en medio de la raya.
Al final acabada la montería me puse a pistear el venado, encontrando algún resto de sangre, pero no siendo cobrado, puesto que los perros no dieron con él y la sangre no seguía demasiado.
En la junta comentamos las incidencias y trajeron 8 venados y 3 guarros.

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