jueves, 26 de junio de 2014

Salidas tras los Capreolus

Llevamos ya casi la mitad de temporada. Finaliza junio y ya podemos hacer un pequeño balance de la temporada.  En lo que a mi respecta todavía no he podido llevarme el gato al agua, ocasiones he tenido pero por eso se les llama los duendes del bosque.

En los dos cazaderos habituales, Ciudad Real y Burgos, ha habido suerte dispar. La primera salida de la temporada me dejo un sabor agridulce. Salida de tarde, a la espera de que los corzos salieran a las siembras recién despuntadas. Me encontraba bajo un enebro, sentado, apostado con el rabillo del ojo en una siembra y el otro en la caída del monte. El tiempo iba pasando y el sol se fue ocultando entre la espesura, cada vez se oscurecía más y más. Al fondo de unas siembras, las más alejadas del monte, me entretenía con una pareja de cuervos que se peleaban. Mirando por los prismáticos me encontraba hasta que en un abrir y cerrar de ojos, por detrás intuí la forma de un corzo. Al girar la cabeza nos estábamos mirando el uno al otro. La silueta de un corzo, bien erguido, con las puntas blancas y relucientes, muy simétrico y alargado. Segundos de quietud y de muchos pensamientos de cómo llegar a encararme el rifle. Pasados unos segundos interminables, decido quitar el seguro al rifle que tenía apoyado en una rama e intentar encararme en el menor tiempo posible. El corzo hace ademán de volverse por sus pasos, momento en el que cojo el rifle ya con el seguro quitado y le apunto, pero ya no está. Le busco con el visor y solo acierto a verle el blanco trasero, mientras se va dando ladridos. Primera salida y primer encuentro. Nos volveremos a encontrar?


La siguiente vez, ya por la mañana, decido ir a otra zona del coto con el guarda. Eso supone pegarse un buen madrugón y recechar durante toda la mañana. A la primera asomada a las siembras nos encontramos con varias corzas que nos ladran pues ya están vigilantes. Las dejamos ir alejándose para que no monten una escandalera. Seguimos avanzando hacía una siembra dentro del monte, especialmente querenciosa para los corzos. Al llegar ya observamos varias corzas en mitad de la siembra, nos apostamos tras unos pinos cuyas ramas bajas nos ocultan de ser vistos. Poco a poco empieza a haber más movimiento, sale un vareto y tras él un corcete del año con cuatro puntitas. Pasado el tiempo prudencial nos volvemos tras nuestros pasos y decidimos seguir avanzando por en medio del monte. En un momento dado nos sorprende un corcete pequeño, bien formado, pero que no debemos tirar este año. Con él acaba una mañana que no podía haber sido más entretenida.


Por las mismas fechas, mi hermano y mi padre se disponían a buscar un macho bueno entre una reforestación ya avanzada. En varías salidas anteriores habían podido fotografiar varios corcetes jóvenes y otras tantas hembras. Sabían que por allí se encontraba un corzo que no daba la cara y había que buscarle.
De madrugada se acercaron en coche hasta la zona en la que presumiblemente se encontraría encamado el corzo. Esperaron a que amaneciera, vigilando el aire para poder entrar de la mejor manera y que no les levantase el aire. En plena primavera, andar por entre las filas de encinas y alcornoques se hace dificultoso, a la par que mirar por los prismáticos hace que se engañe la vista con ramas que se mueven. El objetivo estaba claro y la estrategia definida, ahora tocaba que hubiera suerte y el corzo se hayará en su sitio. Fueron haciendo una media luna para ir cortando el aire y ganarle la partida. Mientras, a cada paso iban observando detenidamente, el sol empezaba a bañar el horizonte y allí bajo una hilera de alcornoques destacaba la figurilla de unos cuernos. Era lo único que se veía, pues el corzo estaba tumbado y le cubrían las hierbas. Poco a poco se fueron acercando, el aire les venía perfecto, sigilosamente para no ser descubiertos por el corzo y a la vez atentos a no levantar ninguna corza que pudiera alertar al pretendiente. A unas decenas de metros y tras un acercamiento largo, pudieron abatir un bonito corzo, con cuernas en forma de gancho, bien perlado y oscurecido por el frote con las jaras y arbustos.


Otra mañana que me tocaba madrugar y esta vez ya amanece muy temprano por lo que en píe estábamos bien pronto. Esta vez fui con un amigo que es un aficionado al arco, lo cual a mi me fascina porque hay que echarle paciencia y saber moverse sigilosamente en el campo. La estrategia era recorrer toda la linde sur del coto mirando las siembras y procurando asomarme lo mejor posible a los pegotes de monte existentes. Nada más llegar, ya a dos luces, vimos unos corzos fuera en las siembras. Había que ir rápidamente antes de que fueran subiendo rumbo al monte. Dejamos el coche y nos dispusimos, yo me encaminé hacía la presumible zona por donde se meterían los corzos y mi compañero iría en paralelo por dentro del monte.
Cuándo llevaba unos centenares de metros recorridos, observe que los corzos habían mantenido su posición, pero empezaban a estar alerta. El aire lo llevaba bien por lo que lo único que podía incomodarles sería el ruido de mis pasos por entre el monte.
Al cabo de un rato los corzos corrían hacía el monte, por lo que decidí adentrarme a la siembra del interior y esperar a ver que salía. No hubo suerte, nada de movimiento por el interior. Volví un poco hacía atrás y continúe por la linde para otear las siembras. En mi observación con los prismáticos divise la figura inconfundible del corzo entre la siembra. Era un macho, que avanzaba por una veza, me salto el corazón, tenía una buena oportunidad. Aproveche que el horizonte hacía viso para ocultarme y ganar metros al corzo, a la par que conseguiría tenerle mejor a tiro y apreciarle. Al llegar a la zona deseada, allí estaba. La estrategia había funcionado y faltaba culminar el lance. Pero al intentar mejorarme un poco más se adentro en una siembra más alta y le perdí de vista. Segundos escasos en los que le deje de mirar bastaron para que se escabulliera para no volverle a ver. Otra vez me había ganado la partida!

Este es un poco el resumen de la temporada, dentro de poco llega el celo antes del merecido descanso estival. Suerte y ya os iré contando!!

JAA

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