viernes, 16 de diciembre de 2011

El fáctor más importante


“No hay verdadera montería sin perros”, escribía el Conde de Yebes en su libro Veinte años de caza mayor. Estos primeros días de temporada, cuando el tiempo todavía se asemeja más al verano que al otoño, se ha cazado en numerosas fincas de España. El calor ha apretado de lo lindo y quienes más lo han padecido han sido los perros y los perreros, las rehalas.


Me consta que muchas monterías, cuyas manchas estaban sopadas de jabalíes, sólo han cobrado unos cuantos y la mayoría se ha quedado en el campo. Con este tiempo los perros corren tras las reses, cansándose a menudo a las primeras de cambio. No en vano estamos en su pretemporada. Con el calor, se pierden los rastros y es más difícil sacar a los marranos de sus encames, incluso a veces éstos se dan la vuelta contra los perros, que les miran con desdén, ya que no tienen fuerzas para seguirlos.

Por supuesto, los cazadores y los organizadores también se incomodan por estas temperaturas, los segundos se afanan en comenzar cuanto antes para no cazar durante las horas centrales de más calor y los primeros van buscando la sombra y quitándose capas de ropa.

Porqué digo todo esto, fundamentalmente debido a que existe la impresión de qué lo fundamental en una montería es que este buena de reses, qué los dueños de las fincas las hayan cuidado bien durante la veda, qué los monteros tiren bien, y muchas veces nos olvidamos que el factor más importante es que las rehalas cacen bien. Porque cuándo en la junta vemos un buen plantel de reses y cochinos, anteriormente el cazador ha tenido que tirar correctamente, ha tenido que jugar el lance como es debido, ha tenido que entrar la pieza al puesto, y eso ocurre solamente cuando la rehala ha hecho su trabajo y ha levantado a las piezas de sus encames. Sin los perros no hay montería, puesto que esto no es un ojeo, en el que con los ojeadores basta. 
No voy a entrar en las cualidades de cada rehala, de eso saben y mucho sus dueños y los buenos “podenqueros”, yo solo digo que, gracias a éllos, estos días de otoño en los que se ha cazado con temperaturas rondando los 30 grados, se ha podido cazar en condiciones.

El pasado fin de semana, las rehalas se fundieron en apenas una hora. Se veía a los perros y perreros con la lengua fuera, buscando la sombra y algo de agua, que a buen juicio del organizador se había preparado en bidones por toda la mancha. Me consta que la finca estaba cargada, pero tras las primeras ladras y carreras con las reses, ya no hubo quién sacara un solo macareno de su encame. Allí estaba todo bien preparado, se cazó pronto, los monteros se colocaron en silencio, se había cerrado convenientemente la mancha, pero… Otro día, con otra temperatura hubiera sido un espectáculo, pero falló el factor fundamental, y no por malos perros, sino porque el tiempo todavía no ha dado su permiso para comenzar la temporada. A partir de ahora buena caza.
Artículo públicado en la web www.montearenandalucia.es en octubre de 2011
JAA

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