Me he propuesto escribir relatos de recechos de corzos (Afortunados o no tanto) para abrir boca. Este es el primero:
Salí pronto de madrid con la idea de aprovechar todo el tiempo posible de aquella tarde de verano. Llegue a la finca a eso de las 7 y 15, me puse en una zona de siembra dentro del monte. Hacía mucho sol y bastante calor, era finales de julio.
Me coloque en un puesto que está preparado a tal efecto y me puse a esperar. A eso de las 8 salio justo en frente de mi, por el borde de arriba del llanito que dominaba, un bulto, que una vez visto con los prismáticos resulto ser hembra. Me dije, ahora tiene que salir el macho, que para eso están en celo. Pero nada...la corza daba vueltas por medio de la siembra y allí no salia nadie a cortejarla.
Entorno a las 8,30 oí un ruido de un coche por el camino que llega hasta el filo del monte por donde yo había entrado, me sorprendió más cuando vi aparecer una furgoneta blanca, que paso sin más. Me quede un poco intranquilo porque deje de ver a la corza y temí que el ruido hubiese espantado cualquier atisbo de un macho. Estaba mirando con los prismáticos, cuando de repente la veo pegar una carrerita hacía mí seguida por otra hembra que había salido del monte y un macho detrás de ellas, haciéndolas correr un poquito.
Por fin, pensé. Parece que hoy me voy a divertir, exclame. Lo mire con los prismáticos y no me pareció malo a primera vista, tenía seis puntitas y sobresalía por encima de las orejas. No es muy grande pero tengo que aprovechar la oportunidad, pensé. Espere dos minutos por si salia algo más, pero no quise que me pasase lo que un día a principio de temporada en otro coto y me eche el rifle a la cara.
Por el visor se veía un poco más grande y no me lo pensé, pum! El corzo cayo a plomo, estaba a 80 m delante mía y ni se movió del sitio.
Espere unos instantes para que todo se quedará en calma y no se fuera a levantar con las prisa.
Este fue el resultado de aquella tarde de verano:
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