La gestión cinegética viene afectada
a lo largo del año por innumerables aspectos. Uno de ellos es la meteorología y
especialmente por la lluvia. Dice el refrán que nunca llueve a gusto de todos y
ya se sabe que el refranero Español es muy rico y muy sabio.
Nuestro país se encuentra en una
zona de pluviometrías medias que van desde los 800 mm del norte peninsular a
los 300 mm del sur. Es por ello que por debajo de la capital nos encontremos
con escasez a lo largo del año y en general con tres meses de estío.
La gestión que se debe plantear en
una finca de caza, debe ir encaminada a realizar actuaciones a lo largo del año
y no sólo en la temporada de caza.
Comienza la temporada con la llegada
del otoño, en pleno mes de octubre. En los últimos años hemos asistido a
innumerables monterías donde el calor ha seguido apretando como en verano y
todo el conjunto de la montería se ha resentido.
Las comunidades autónomas del sur
peninsular, Andalucía, Extremadura, y Castilla La Mancha continúan abriendo la
temporada de caza entornó a la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, a mediados
de octubre. Es esta una costumbre que viene de hace muchas décadas y que quizá
habría que modificar en función de la climatología de cada año.
De la misma manera que se puede
interrumpir una acción cinegética por causa de la nieve, para dar ventaja a la
caza, también se debería retrasar el comienzo de la temporada para favorecer el
buen transcurso de la montería. Para que los perros trabajen en mejores
condiciones, pues están en su pretemporada, para que los propios cazadores
estemos menos pendientes de buscar una sombra y nos dediquemos a cazar y para
que las especies cinegéticas sigan gozando de la misma ventaja que el resto del
año. La administración en este sentido es lenta en sus resortes y toca a cada
gestor decidir cuándo es preferible iniciar la temporada más tarde o si es
preciso disminuir los cupos establecidos para ese período.
El otoño suele ser una época de lluvias, lo que unido a un invierno frío da muchos problemas al gestor cinegético ya que tiene que hacer mil malabarismos para cuadrar las fechas de caza, así como evitar que por el mal estado de los caminos y pistas de acceso los participantes de la acción cinegética se vean en dificultades para transitar por las fincas. Recuerdo por tierras de Ciudad Real, tener que suspender una montería por no poder llegar a la casa de la finca, debido a que por el camino cruzaba un río que iba totalmente desbordado y no se podía vadear.
El otoño suele ser una época de lluvias, lo que unido a un invierno frío da muchos problemas al gestor cinegético ya que tiene que hacer mil malabarismos para cuadrar las fechas de caza, así como evitar que por el mal estado de los caminos y pistas de acceso los participantes de la acción cinegética se vean en dificultades para transitar por las fincas. Recuerdo por tierras de Ciudad Real, tener que suspender una montería por no poder llegar a la casa de la finca, debido a que por el camino cruzaba un río que iba totalmente desbordado y no se podía vadear.
Esta época es de las fundamentales
del campo, pues los animales necesitan acaparar fuerzas para pasar el invierno.
Un año bueno de lluvias, facilitará la implantación de las siembras y la
aparición de los primeros brotes, facilitará en buena medida una buena cosecha
de bellotas, tan fundamental para jabalíes y palomas, y empezará a recargar
acuíferos y charcas. Por el contrario si el otoño viene seco habrá que mimar a
las especies cinegéticas, proporcionándoles suplementación alimentaría, así
como estar más atento al control de predadores oportunistas.
El invierno por lo general, en toda
la Península es lluvioso y más este año. En la parte más al sur es donde la
abundancia de precipitaciones se deja notar con mayor medida, ya que no se está
tan acostumbrado a posibles inundaciones o salidas de cauce de los arroyos y
cursos de agua y, normalmente se incide poco en la labor de gestión de limpieza
de cauces. Es frecuente en esta estación ver como el agua se lleva por delante
vallados en zonas de rivera o caminos que cruzan arroyos o ríos. Después de la
tormenta viene la calma y se encuentran muchas sorpresas que se podían haber
evitado si los gestores de las fincas hubieran previsto ciertas obras, como por
ejemplo, la ejecución de pasa tubos en caminos, construcción de portillos en
vallados que cruzan cursos de agua, etc.
Si por el contrario, el invierno
viene seco, como paso el año pasado, tendremos que empezar a prevenir, antes de
curar. Habrá que suponer que los pastos no van a crecer suficiente, va a haber
menos comida en el campo y por lo general las especies cinegéticas van a criar
menos, porque ellas si tienen en su ADN un mecanismo de autocontrol. Por tanto
debemos ir preparando el campo para cuando esté más necesitado, evitando las
carencias y no teniendo que curar la falta de previsión.
Aunque es difícil luchar contra los
elementos, es imprescindible, si se esperan situaciones de este tipo, ofrecer
alimento de manera artificial. Aun así, hay que cuidar mucho en qué lugar
ponemos los comederos y asegurarnos de que los animales los aprovechan. Por
otro lado, hábitats diversos, ricos en linderos y vegetación que sirvan como
refugio serán más útiles en comparación con los paisajes monótonos que por
desgracia son habituales en nuestro campo.
Por último tenemos que destacar el
rendimiento que se puede sacar de las nevadas desde el punto de vista de la
gestión. Muchos gestores aprovechan estos días para realizar censos, dado que
suele ser más fácil localizar a los animales sin que por ello se infrinja
molestia alguna. Un terreno nevado es un libro abierto que da información
difícil de conseguir el resto del año.
Finalizando la temporada, aún
continuamos en invierno, pero se aproxima en breve la primavera, y con ella la
época en la que se enciende la vida y la mayoría de las especies se ponen a
criar. Es esta una buena época para estar en el campo y ver las distintas
parideras, para hacer conteos y sacar a relucir los bueno y lo malo de las
estaciones anteriores.
El propietario de una finca debe ser
un cuidador de la diversidad de fauna y flora que posee el terreno que albergan
sus lindes. Es por ello que en esta época, independientemente de los efectos
positivos o negativos de las precipitaciones en las estaciones frías, deberá
prestar especial cuidado a la vigilancia del crecimiento óptimo de las
siembras, a la vigilancia de las parideras.
En poco tiempo comenzará la media
veda y las especies que pueden ser cazadas en estas fechas están muy
influenciadas por las lluvias. Es interesante comprobar que las codornices
adecuan su ciclo reproductivo a la maduración de grano, maduración que está
también determinada por la pluviometría. Es por ello que la presencia de éstas se
relaciona claramente con la humedad registrada de abril a julio y, de este
modo, las codornices, al igual que otras especies, permanecen más tiempo en
nuestros campos durante los años húmedos, sucediendo lo contrario en caso de
sequía.
Se han elaborado estudios que demuestran
la importancia de las condiciones climáticas en las especies cinegéticas, dado
que la pluviometría determina el ciclo de los cereales y éste condiciona la
reproducción de las aves. El análisis de las lluvias en los meses previos a la
media veda podría ser un buen predictor para establecer “cómo va a ser el año
de caza”.
Después de la época en la que es más
frecuente que las precipitaciones sean abundantes llega el estío, que suele
abarcar los meses de junio, julio y agosto. Son estos meses unos meses
propicios para que se produzcan incendios forestales y es muy importante que
vigilemos en todo momento las señales previas que nos da el monte. Hay que
limpiar el monte de pasto y ramas secas, es buen momento para recargar algunas
charcas específicas contra incendios y sobre todo hay que evitar las acciones
que puedan originar un incendio.
Los cazadores el verano lo asociamos
principalmente a la media veda y a la berrea. Sabido es que hasta que no llega
un poco de humedad al campo, el venado no comienza su particular ritual de
cortejo. Cualquier medida que favorezca que las especies no tengan escasez de
agua, bastará para que nuestro coto se vea favorecido en mayor abundancia de
especies.
Una vez repasado todo el calendario
anual, nos encontramos con que si bien es más favorable un año de lluvias que
un año de sequía, es también más importante la prevención de las carencias que
la solución de los problemas cuando ya se han presentado. Es por ello que la
gestión está influenciada por la climatología, pero también se puede decir que
con la gestión se disminuye el efecto de la climatología.
Lluvia de los últimos meses:
Desde el comienzo del año
hidrológico la precipitación media nacional ha sido de 502 mm, mientras que la
media histórica para este periodo es de 374 mm. Durante los dos primeros meses
del año hidrológico se registraron precipitaciones importantes, especialmente
durante la segunda quincena de octubre y la primera semana de noviembre, y de
forma más acusada en el sur de España. Posteriormente, el final de febrero y la
primera quincena de marzo han sido también muy lluviosos, de forma bastante
generalizada, pero muy en particular en la zona del Guadalquivir.
Este aumento generalizado de las
precipitaciones ha traído consigo multitud de inundaciones en campos de
cultivo, desbordamiento de ríos y arroyos, perdida de infraestructuras y demás
daños a la agricultura y al campo en general. La lluvia siempre es buena, pero
como todo, en su medida, ya que este aumento de agua caída ha producido una
merma considerable en el campo.
Por un lado está la ralentización de
los cultivos, lo que puede mermar en un futuro las producciones de cereales,
así como que las labores de cultivo (aplicación de herbicidas y abonos) no se
han podido realizar. Para la caza directamente no ha supuesto un detrimento tan
acusado, ya que la mayoría de las especies aún no han criado y no se han visto
afectadas en sus primeros días de vida. Aun así, si finalmente abril respeta el
tiempo, el campo va a pegar un buen estirón y tanta agua va a ser muy
beneficiosa para el campo en general.
JAA