miércoles, 18 de julio de 2012

A vueltas con el celo

A eso de las 23.00 h llamo a Juanito para que me cuente qué tal ha ido la tarde por el coto. Me cuenta que ha tenido mucha suerte y ha podido cazar un bonito corzo. Me empieza a surgir un gusanillo, solo falto yo por cazar este año y tengo que empezar a organizarme para ir. Le digo que me espere por allí de madrugada y me voy a la cama.

Suena el despertador a las 4 de la mañana, estos días amanece muy temprano y no hay tiempo que perder. Cojo el coche y a las 5.45 h me encuentro con Juanito que me espera sonriente como siempre. Después del saludo inicial y de un breve relato de la cacería de por la tarde, salimos hacía el coto. Juanito se ha ofrecido a darme una vuelta por la esparceta y siembras adyacentes, yo estoy encantado con que me acompañe, pues hace tiempo que no piso el coto y a dos luces me puedo perder.

Dejamos el coche al otro lado de la carretera, nos encontramos con Sergio que también viene a probar suerte con el celo, y nos preparamos con el aire de cara para comenzar el rececho. Me cuenta Juanito un poco por donde vamos a ir y salimos a dos luces entre el monte y las siembras. A escasos 100 m nos sorprenden unos pasos, nos quedamos quietos. Segundos de pausa y silencio, decidimos seguir y antes de dar tres pasos un corzo nos ladra en la espesura del monte. No logramos verlo, pero está a 30 o 40 m dentro del monte. Nos ha sentido y sale trotineando mientras va dando ladridos que desvelan su posición.
Nos miramos y ponemos cara de sorpresa. Hay que seguir, comentamos.

Es curiosa la curiosidad, valga la redundancia, del corzo. Como va desvelando su posición al huir con sus ladridos, mientras va parando a mirar a tras para ver qué es lo que le ha importunado.

Seguimos con paso decidido, todavía queda mucha mañana y no queremos desaprovecharlo. Vamos oteando todos los claros y siembras. A la izquierda, en medio de una siembra contemplamos una corza, parece estar sola, no se ve todavía movimiento de machos cortejandola. Avanzamos un poco, paso a paso se va viendo mayor claridad, nos estamos acercando a la esparceta y hay que andar con cuidado porque podemos encontrarnos con algún corzo en la linde con el monte.
Vamos pegados al monte, entre él diría yo, quedan escasos metros para divisar la siembra de esparceta, que aunque no muy alta, va más tardía y es querenciosa para los corzos. Al momento, otro corzo nos ladra en nuestras narices, no conseguimos verlo pues nos separan unos cuantos enebros y matorral. Parece que está quieto, intentamos buscar un hueco para verlo y efectivamente le vemos pasar entre un claro, veloz, sin poder determinar si es macho o hembra.

Nos damos con un canto en los dientes, éste lo hemos tenido cerca y nos ha sacado el aire o sentido. El campo está muy seco y es difícil andar sin levantar un murmullo. Ha sido una pena, los corzos están ya muy trillados y se las saben todas, además todavía no hay mucho celo y no están despistados con otros menesteres.

Finalmente llegamos a la esparceta y nos quedamos 15 minutos esperando, no sea que salga algún bicho o vuelva nuestro galán o galana. Nada de nada, se va haciendo tarde por lo que decidimos dar una vuelta hasta alcanzar los coches. De vuelta, me llama Sergio para decirme que no ha tenido suerte, aunque ya a visto algún macho joven corretear alguna corza.

Esta vez no ha podido ser, aunque tiempo queda y no será la última vez que lo intente...ya os contaré qué tal se da.

JAA