Llegó la primavera y con ella la fiebre
por el más pequeño de los cérvidos de la península. Por lo general solemos cazar o tirar lo primero que se
nos presenta, valorando apenas la cuerna y buscando el mejor trofeo sin tener
otras consideraciones en cuenta. Por el contrario el gestor habrá ido buscando
la selección de las piezas por su edad, buscando el equilibrio entre sexos y
cazando los ejemplares que a su juicio sean más aptos a sus necesidades de
gestión.
La diferenciación de sexos es
relativamente fácil, a no ser que sean ejemplares menores de un año, en cuyo
caso nos será difícil la diferenciación en campo. En esta etapa, los corcinos,
nacidos durante el mes de mayo, mantienen su librea moteada durante las
primeras semanas de vida, siendo fácilmente identificables del resto en esta
primera clase de edad.
A su vez, durante el mes de agosto los
pequeños machos han desarrollado su primera cuerna en forma de pivotes, que
nunca exceden los tres centímetros y que mantienen hasta enero, diferenciando
así otra clase de edad hasta los nueve meses. Con la siguiente cuerna, que
sobre el mes de abril ya está limpia de terciopelo, compuesta de dos perchas
con una altura similar a la de las orejas, puede completarse una primera etapa
juvenil en los machos hasta el año y medio.
A partir de aquí visualmente es difícil
distinguir entre corzos de más de un año, aun así diremos que en cuanto a la
diferenciación por edad, las sucesivas cuernas ya pueden constar de las tres
puntas definitivas, aunque el desarrollo de éstas depende de muchos factores,
por lo que no se puede establecer una relación directa con la edad.
En general, el menor tamaño de los
ejemplares jóvenes en ambos sexos se aprecia claramente hasta finales de
invierno. Con ello se obtendría un criterio relativamente fiable para
establecer una clase de ejemplares jóvenes con menos de 1 año. A partir de la
primavera, los individuos jóvenes alcanzan cerca del 80% de su tamaño corporal
definitivo, con lo que de visu es prácticamente imposible diferenciarlos.
El aspecto general, aunque pueda dar lugar a observaciones subjetivas, puede ser un buen criterio, sobre todo si se está acostumbrado a contemplar animales, pudiendo establecer fácilmente tres clases de edad:
El aspecto general, aunque pueda dar lugar a observaciones subjetivas, puede ser un buen criterio, sobre todo si se está acostumbrado a contemplar animales, pudiendo establecer fácilmente tres clases de edad:
Como se puede comprobar ni para el más
avezado de los gestores es fácil abatir un corzo sabiendo con claridad su edad,
para ello hay que recurrir a la observación de la dentadura e ir clasificando
los corzos cazados según la edad de los mismos. Mediante la observación de la
dentadura podemos diferenciarlos por el método del recambio dentario, cuando se
caen los dientes de leche y crecen los definitivos, y a partir de la evolución
del desgaste dentario.
Las
posibilidades de conocer la edad de los corzos mediante el estudio del recambio
dentario son muy limitadas toda vez que esta especie muda totalmente la boca a
los 12-14 meses de edad. Así pues, este método solamente permite discriminar a
las crías nacidas en la primavera previa de los ejemplares de más de un año de
edad. Para ello hemos de fijarnos en el aspecto del tercer premolar. En lo
ejemplares inmaduros presenta tres cúspides mientras que en los adultos
solamente dos.
En
condiciones normales la única posibilidad de interpretar de forma aproximada la
edad de un corzo es a partir de la evolución del desgaste dentario. En particular
debemos fijarnos en cómo evoluciona el mismo sobre el primer molar (m1).
El
desgaste se produce de forma centrífuga, esto es desplazándose desde las piezas
centrales (pm3, m1) hacia adelante y hacia atrás, de modo que lo más importante
es tomar cuenta del estado de las cúspides de esta pieza.
En
todo caso el método permite discriminar entre cuatro clases de edad: crías,
juveniles, adultos y viejos. La clase adulto debe ser considerada con cierta
precaución ya que incluye ejemplares de entre 2 y 5 años.
Hemos
de tener presente que cada pieza bucal tiene dos crestas, una lingual y otra vestibular.
La lingual o interna es más elevada que la vestibular o externa, y su desgaste
es menos evidente con el paso del tiempo. En las piezas podemos distinguir una
cúspide anterior y una posterior, una cresta interna y otra externa, y un surco
intermedio. En ambas crestas se aprecian unas líneas más oscuras, de un color
entre ámbar y café con leche más o menos oscuro, que corresponden a la dentina.
Es de recordar que el diente o muela se compone de un esmalte externo de color marfil,
duro y brillante, la dentina que constituye la mayor masa, y una cavidad pulpar.
Teniendo
esto presente podemos realizar la interpretación de las mandíbulas que conservemos
y las que vayamos coleccionando en el futuro empleando la siguiente clave
interpretativa.
1.-Tercer premolar con tres lóbulos:
Menor de un año (corcino).
2.-Tercer premolar con dos lóbulos.
Animal con dentición de adulto.
3.-Se aprecia desgaste en las crestas
masticadoras. La dentina toma forma de media luna. Surco medio del m1 presente
tanto en el lóbulo anterior como en el posterior: mayor de 3 años. Para aquilatar
más hay que considerar los criterios 4, 5 y 6.
4.-Desgaste acusado. La dentina adopta
la forma ovalo u oblonga. Surco mediano del m1 desaparecido totalmente en los
dos lóbulos, o al menos en la parte anterior: Más de 6 años (corzo viejo).
5.-Dentina de la cresta masticadora
interna del m3 con finas huellas de desgaste o en línea algo más gruesa.
Dentina de la cresta masticadora interna del m1 en rombo: 1-2 años (corzo joven).
6.-Dentina de la cresta masticadora
interna del m3 en rombo. Dentina de la cresta masticadora interna del m1 en
rombo alargado o ya ovalado, conserva el surco medio: 3-5 años (corzo adulto).
(1)
Como se puede comprobar, parece una
labor de investigador forense, pero con la práctica uno le va cogiendo el
tranquillo y se puede convertir en un auténtico experto en la identificación de
la edad de los corzos por su dentadura. Yo me aficioné y ahora es una práctica
que aconsejo a todo buen gestor o cazador habitual de corzos.
JAA
(1) Información facilitada por la
Asociación del Corzo Español (ACE). Articulo publicado en el mes de mayo de 2013 de Jara y Sedal.