martes, 25 de junio de 2013

La lluvía en la gestión cinegética

La gestión cinegética viene afectada a lo largo del año por innumerables aspectos. Uno de ellos es la meteorología y especialmente por la lluvia. Dice el refrán que nunca llueve a gusto de todos y ya se sabe que el refranero Español es muy rico y muy sabio.


Nuestro país se encuentra en una zona de pluviometrías medias que van desde los 800 mm del norte peninsular a los 300 mm del sur. Es por ello que por debajo de la capital nos encontremos con escasez a lo largo del año y en general con tres meses de estío.

La gestión que se debe plantear en una finca de caza, debe ir encaminada a realizar actuaciones a lo largo del año y no sólo en la temporada de caza.
Comienza la temporada con la llegada del otoño, en pleno mes de octubre. En los últimos años hemos asistido a innumerables monterías donde el calor ha seguido apretando como en verano y todo el conjunto de la montería se ha resentido.
Las comunidades autónomas del sur peninsular, Andalucía, Extremadura, y Castilla La Mancha continúan abriendo la temporada de caza entornó a la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, a mediados de octubre. Es esta una costumbre que viene de hace muchas décadas y que quizá habría que modificar en función de la climatología de cada año.

De la misma manera que se puede interrumpir una acción cinegética por causa de la nieve, para dar ventaja a la caza, también se debería retrasar el comienzo de la temporada para favorecer el buen transcurso de la montería. Para que los perros trabajen en mejores condiciones, pues están en su pretemporada, para que los propios cazadores estemos menos pendientes de buscar una sombra y nos dediquemos a cazar y para que las especies cinegéticas sigan gozando de la misma ventaja que el resto del año. La administración en este sentido es lenta en sus resortes y toca a cada gestor decidir cuándo es preferible iniciar la temporada más tarde o si es preciso disminuir los cupos establecidos para ese período.
El otoño suele ser una época de lluvias, lo que unido a un invierno frío da muchos problemas al gestor cinegético ya que tiene que hacer mil malabarismos para cuadrar las fechas de caza, así como evitar que por el mal estado de los caminos y pistas de acceso los participantes de la acción cinegética se vean en dificultades para transitar por las fincas. Recuerdo por tierras de Ciudad Real, tener que suspender una montería por no poder llegar a la casa de la finca, debido a que por el camino cruzaba un río que iba totalmente desbordado y no se podía vadear.
Esta época es de las fundamentales del campo, pues los animales necesitan acaparar fuerzas para pasar el invierno. Un año bueno de lluvias, facilitará la implantación de las siembras y la aparición de los primeros brotes, facilitará en buena medida una buena cosecha de bellotas, tan fundamental para jabalíes y palomas, y empezará a recargar acuíferos y charcas. Por el contrario si el otoño viene seco habrá que mimar a las especies cinegéticas, proporcionándoles suplementación alimentaría, así como estar más atento al control de predadores oportunistas.
El invierno por lo general, en toda la Península es lluvioso y más este año. En la parte más al sur es donde la abundancia de precipitaciones se deja notar con mayor medida, ya que no se está tan acostumbrado a posibles inundaciones o salidas de cauce de los arroyos y cursos de agua y, normalmente se incide poco en la labor de gestión de limpieza de cauces. Es frecuente en esta estación ver como el agua se lleva por delante vallados en zonas de rivera o caminos que cruzan arroyos o ríos. Después de la tormenta viene la calma y se encuentran muchas sorpresas que se podían haber evitado si los gestores de las fincas hubieran previsto ciertas obras, como por ejemplo, la ejecución de pasa tubos en caminos, construcción de portillos en vallados que cruzan cursos de agua, etc.
Si por el contrario, el invierno viene seco, como paso el año pasado, tendremos que empezar a prevenir, antes de curar. Habrá que suponer que los pastos no van a crecer suficiente, va a haber menos comida en el campo y por lo general las especies cinegéticas van a criar menos, porque ellas si tienen en su ADN un mecanismo de autocontrol. Por tanto debemos ir preparando el campo para cuando esté más necesitado, evitando las carencias y no teniendo que curar la falta de previsión.
Aunque es difícil luchar contra los elementos, es imprescindible, si se esperan situaciones de este tipo, ofrecer alimento de manera artificial. Aun así, hay que cuidar mucho en qué lugar ponemos los comederos y asegurarnos de que los animales los aprovechan. Por otro lado, hábitats diversos, ricos en linderos y vegetación que sirvan como refugio serán más útiles en comparación con los paisajes monótonos que por desgracia son habituales en nuestro campo.
Por último tenemos que destacar el rendimiento que se puede sacar de las nevadas desde el punto de vista de la gestión. Muchos gestores aprovechan estos días para realizar censos, dado que suele ser más fácil localizar a los animales sin que por ello se infrinja molestia alguna. Un terreno nevado es un libro abierto que da información difícil de conseguir el resto del año.
Finalizando la temporada, aún continuamos en invierno, pero se aproxima en breve la primavera, y con ella la época en la que se enciende la vida y la mayoría de las especies se ponen a criar. Es esta una buena época para estar en el campo y ver las distintas parideras, para hacer conteos y sacar a relucir los bueno y lo malo de las estaciones anteriores.
El propietario de una finca debe ser un cuidador de la diversidad de fauna y flora que posee el terreno que albergan sus lindes. Es por ello que en esta época, independientemente de los efectos positivos o negativos de las precipitaciones en las estaciones frías, deberá prestar especial cuidado a la vigilancia del crecimiento óptimo de las siembras, a la vigilancia de las parideras.
En poco tiempo comenzará la media veda y las especies que pueden ser cazadas en estas fechas están muy influenciadas por las lluvias. Es interesante comprobar que las codornices adecuan su ciclo reproductivo a la maduración de grano, maduración que está también determinada por la pluviometría. Es por ello que la presencia de éstas se relaciona claramente con la humedad registrada de abril a julio y, de este modo, las codornices, al igual que otras especies, permanecen más tiempo en nuestros campos durante los años húmedos, sucediendo lo contrario en caso de sequía.
Se han elaborado estudios que demuestran la importancia de las condiciones climáticas en las especies cinegéticas, dado que la pluviometría determina el ciclo de los cereales y éste condiciona la reproducción de las aves. El análisis de las lluvias en los meses previos a la media veda podría ser un buen predictor para establecer “cómo va a ser el año de caza”.
Después de la época en la que es más frecuente que las precipitaciones sean abundantes llega el estío, que suele abarcar los meses de junio, julio y agosto. Son estos meses unos meses propicios para que se produzcan incendios forestales y es muy importante que vigilemos en todo momento las señales previas que nos da el monte. Hay que limpiar el monte de pasto y ramas secas, es buen momento para recargar algunas charcas específicas contra incendios y sobre todo hay que evitar las acciones que puedan originar un incendio.
Los cazadores el verano lo asociamos principalmente a la media veda y a la berrea. Sabido es que hasta que no llega un poco de humedad al campo, el venado no comienza su particular ritual de cortejo. Cualquier medida que favorezca que las especies no tengan escasez de agua, bastará para que nuestro coto se vea favorecido en mayor abundancia de especies.

Una vez repasado todo el calendario anual, nos encontramos con que si bien es más favorable un año de lluvias que un año de sequía, es también más importante la prevención de las carencias que la solución de los problemas cuando ya se han presentado. Es por ello que la gestión está influenciada por la climatología, pero también se puede decir que con la gestión se disminuye el efecto de la climatología.
Lluvia de los últimos meses:
Desde el comienzo del año hidrológico la precipitación media nacional ha sido de 502 mm, mientras que la media histórica para este periodo es de 374 mm. Durante los dos primeros meses del año hidrológico se registraron precipitaciones importantes, especialmente durante la segunda quincena de octubre y la primera semana de noviembre, y de forma más acusada en el sur de España. Posteriormente, el final de febrero y la primera quincena de marzo han sido también muy lluviosos, de forma bastante generalizada, pero muy en particular en la zona del Guadalquivir.
Este aumento generalizado de las precipitaciones ha traído consigo multitud de inundaciones en campos de cultivo, desbordamiento de ríos y arroyos, perdida de infraestructuras y demás daños a la agricultura y al campo en general. La lluvia siempre es buena, pero como todo, en su medida, ya que este aumento de agua caída ha producido una merma considerable en el campo.
Por un lado está la ralentización de los cultivos, lo que puede mermar en un futuro las producciones de cereales, así como que las labores de cultivo (aplicación de herbicidas y abonos) no se han podido realizar. Para la caza directamente no ha supuesto un detrimento tan acusado, ya que la mayoría de las especies aún no han criado y no se han visto afectadas en sus primeros días de vida. Aun así, si finalmente abril respeta el tiempo, el campo va a pegar un buen estirón y tanta agua va a ser muy beneficiosa para el campo en general.


Artículo publicado en el mes de mayo de Jara y Sedal
JAA